Existe un país sin nombre —uno que no aparece siquiera en los mapas— y desde distintos rincones de la Tierra llegan a él todos los niños migrantes. En ese lugar solo los recuerdos les pertenecen y el silencio se transforma en un agujero al que los mayores llaman “nostalgia”. En ese país, la esperanza de volver a casa es la única forma de aplacar esos silencios.